En el frontispicio del templo de Apolo en la Grecia clásica rezaba el siguiente adagio: "Ayuda a la Naturaleza y trabaja con ella, porque ella te considerará uno de sus creadores y te obedecerá, pues ante ti abrirá de par en par las puertas de sus recintos secretos y pondrá de manifiesto ante tus ojos los tesoros ocultos en las profundidades mismas de su seno puro y virginal."
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